Que los premios hablen por sí mismos, más allá de disturbios, furcios o peleas.
Con el desafío de desprenderse definitivamente de los distintos tipos de polémica que acompañan a sus galas en los últimos años, la Academia de Hollywood ultima los detalles de esta edición, en la que “Todo en todas partes al mismo tiempo” se recorta como gran favorita.
Fueron años convulsos para la máxima institución cinematográfica de Estados Unidos, cuyos premios quedaron a menudo empañados por la reacción negativa del público y de parte de los miembros de la industria a aspectos que van más allá de las películas.
El movimiento #OscarsSoWhite (“Oscars tan blancos”) de 2015 reclamó mayor y mejor representación racial en los premios; el #MeToo nacido en 2018 denunció los abusos machistas en la industria. El histórico error de Faye Dunaway y Warren Beatty que declararon, por segundos, ganadora como Mejor película a “La La Land” en vez de a la que sumó más votos, “Luz de luna”, arruinó el final de la ceremonia de 2017.
Las experimentaciones con el formato mostraron también una pérdida de rumbo. En 2022, el encendido que año tras año iba a la baja recuperó millones de espectadores, aunque parte de ello vino de la mano del ya imborrable “The Slap” (la cachetada), el bochornoso momento en el que Will Smith se levantó de su asiento en primera fila, golpeó e insultó a un perplejo Chris Rock porque como presentador había hecho una broma sobre el cabello de su esposa.
Este año el objetivo de la Academia, con su presidenta Janet Yang a la cabeza, es el de la estabilidad. Que los premios hablen por sí mismos. Dramas y comedias, filmes más íntimos y cine-espectáculo, de realizadores con poca experiencia o de consagrados: el abanico de títulos que quedaron nominados en el rubro de Mejor película muestra que se procuró satisfacer a todos los paladares.